Ejidatarios, habitantes y una comunidad indígena pertenecientes al ejido de Santa María Magdalena Cahuacán,  Nicolás Romero, sufren el despojo de sus tierras y recursos naturales. 2402 hectáreas son las que se encuentran en conflicto.

 

El despojo es por parte de constructoras, en contubernio con  autoridades municipales y estales quienes a la fecha  no  hacen nada por dar certeza jurídica a los dueños de estas tierras.

 

La maquinaria del poder y los señores del dinero, tomados de la mano de la corrupción pretenden realizar desarrollos habitacionales en estos predios,  junto con ello todo lo que esto  implica: centros comerciales, más gasolineras, centros de diversión nocturna; comercios de diferentes rubros.  Claro que para realizar sus negocios es necesario deforestar, secar mantos acuíferos, eliminar flora y fauna, aportar al calentamiento global, contaminar, incrementar los índices de delincuencia, sobreexplotar mano de obra; volver más demencial el tráfico vehicular, y tantas linduras más propias de “la modernidad”.

 

Cabe señalar que la misma situación sufren ejidos de San Francisco Magú, Transfiguración y San Miguel Hila.